El infinito en un junco: cuando los libros cuentan su propia historia
Hay libros que se leen. Otros que se subrayan. Y luego están los que se sienten como un viaje íntimo, como si cada página abriera una puerta hacia algo que ya sabías pero habías olvidado.
El infinito en un junco, de Irene Vallejo, es uno de esos libros.
¿De qué trata realmente?
En apariencia, es un ensayo sobre la historia de los libros: desde los papiros egipcios hasta las bibliotecas digitales. Pero en el fondo, es una carta de amor a la lectura, a quienes han guardado y transmitido palabras a lo largo de los siglos. Vallejo mezcla erudición con una voz profundamente humana. Cuenta cómo se copiaban libros a mano, cómo se escondían en tiempos de censura, cómo fueron quemados y cómo sobrevivieron.
Y todo lo hace con una prosa que no parece de ensayo.
Parece poesía. Y se lee como una novela.
Una historia de resistencia
Uno de los hilos más hermosos del libro es la idea de que cada generación ha tenido que defender el derecho a imaginar, leer y escribir. Que la historia del libro es, en realidad, la historia de la resistencia de la palabra frente al silencio impuesto.
Leerlo es como estar en una gran biblioteca con una amiga que lo sabe todo, pero no presume de ello.
¿Por qué leerlo?
- Porque reconcilia la cabeza con el corazón.
- Porque te hace mirar tu estantería con otros ojos.
- Porque te recuerda que los libros han salvado a muchos, y pueden seguir haciéndolo.
“Este libro es una celebración del milagro de que los libros existan. Y de que todavía queramos leerlos.”

Ideal para:
Amantes de los libros, de la historia, de las palabras lentas y significativas.
Advertencia: puede que termines amando aún más las bibliotecas y deseando hablar en griego antiguo.

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